"Sí mi amor, todos en el piso..." Así es como una maestra de guardería de La Estanzuela (Mexico) se las apaña magistralmente para mantener a salvo y tranquilizar a los niños mientras alrededor del edificio se desarrolla una batalla de narcotraficantes, incluso cantando para no escuchar los tiros. En el tiroteo exterior murieron cinco personas. Todos resultaron ilesos en el interior del recinto escolar. Impresionante...
No quiero ni imaginar que habría hecho en la misma situación...
No quiero ni imaginar que habría hecho en la misma situación...
Menudo valor, incluso distrayendo a los niños con una canción. Suerte que por aquí no pasan estas cosas (nunca se puede decir)...
ResponderEliminarSigo comentando, como tampoco puedo leer demasiado, me ayuda a desconectar ;) así que no aparcaré el blog esta semana.
Petonets
littleEmily, valor y aplomo, verdad? Esperemos que no tengamos que pasar nunca una experiencia igual... Un besazo!
ResponderEliminarQué sangre fría!!! ¿Todavía hay alguien que duda del mérito de ser profesor?
ResponderEliminarBesos
Estoy hoy sensiblona....me ha hecho llorar la maravillosa actuación de la profesora....Un beso
ResponderEliminarEnrique, tristemente si, aunque por suerte nuestro día a día no es tan duro. Un beso.
ResponderEliminarWinnie, mi niña... anímate! Que ya llegó el buen tiempo y eso siempre anima... Un besazo!
Pobrecitos. Me acuerdo que en la guerra de las Malvinas yo tenía 7 u 8 años, y hacíamos simulacros en la escuela, a mi me parecía super divertido...
ResponderEliminarVaya susto que se llevaron,
ResponderEliminarTe dejo mi saludo y deseo que tengas
una feliz semana.
un abrazo.
Guacimara, tuve una experiencia similar cuando recién comenzaba mi carrera. En realidad, todavía estudiaba y me habían enviado a realizar "prácticas" a una escuela de un barrio carenciado y violento. En mitad de la clase, escuché ruidos que para mí eran petardos. Los chicos se arrojaron al suelo y me gritaban que hiciera lo mismo. Recién ahí me di cuenta lo que estaba sucediendo. Afuera se estaban tiroteando dos pandillas.
ResponderEliminarLo "gracioso" fue que después de terminado, los chicos se sentaron y siguieron trabajando como si nada por lo acostumbrados que están.
Saludos.
Esa profesora (y tantos más, claro) se merece una medalla. Qué serenidad y qué capacidad de mantener la calma y tranquilizar a los niños. Impresionante.
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