En este “Sin respiro (Restless)”, Boyd alterna dos historias vinculadas por la revelación de un secreto que una madre, nacida en Rusia y antigua espía del servicio británico durante la Segunda Guerra Mundial, confiesa a su hija, una profesora de Oxford totalmente ignorante de la identidad previa de su madre. La vida de Eva Delectorskaya es un relato de espionaje y contraespionaje que revela un oscuro episodio de las relaciones entre Inglaterra y Estados Unidos. Ruth irá descubriendo que su madre ha vivido por y para el engaño y que, años después, aquella joven que jugó un papel decisivo en la historia europea sigue existiendo dentro de ella, tan alerta y recelosa como siempre.
Mediante capítulos alternados entre la vida de Ruth y las confesiones de su madre, el lector va confiriendo un acercamiento grato a su lectura, por la elegancia, enfoque y ritmo en la narración, la captación de la complicada atmósfera bélica, los ecos fílmicos de la intriga negra de los años 40 en la historia de Eva, y unos giros que permiten conferir suficiente tensión a la acción narrada.
Sin respiro es una tensa, minuciosa y deslumbrante novela de espionaje en la que William Boyd nos sumerge en la naturaleza del miedo, de la mentira y la traición, en un mundo que ofrece como única alternativa la desconfianza. Una muy buena novela de espías donde se vuelve a comprobar que una vez que se ha espiado ya es imposible dejar de espiar.
Y que el mundo y la vida están llenos de oscuros topos y agujeros negros.
“No confíes en nadie”, le instruye y aconseja Romer a Eva.
“Menos en William Boyd”, agrego yo.
Me ha llamado la atención cómo estas dos novelas comparten varios temas que deduzco son sellos de identidad de Boyd: la desconfianza y el espionaje; la importancia de la escritura como medio de analisis, reflexión y catarsis; la aparente normalidad en la vida de sus personajes, así como una especial inteligencia y la importancia de la pasión y el sexo; el alcoholismo y la determinación de las casualidades en sus vidas; las relaciones entre los países del mundo donde viven o viajan sus personajes; el interesante ambiente universitario y las relaciones entre profesores y/o alumnos; y finalmente un tema que creo preocupa mucho a William Boyd, el envejecimiento y la muerte. Todo esto me lleva a imaginar que la vida y la obra de este escritor tiene algo de inaccesible y engañosamente sencillo e inofensivo, pero también narrativamente eficaz. Es decir: todas las condiciones que hacen al espía perfecto.
Estractos del libro:
"Mientras se sentaban y hablaban Eva se descubrió observando a Romer con la mayor objetividad que era capaz de reunir, tratando de imaginar qué le habría parecido si la casualidad no les hubiera unido de esa forma curiosa e inquietante, si la muerte de Kolia no hubiera ocurrido nunca. Tenía algo atractivo, suponía: algo apremiante y lacónicamente misterioso a la vez -después de todo, era una especie de espía-, y además estaba su inusual sonrisa que lo transformaba... y su impresionante confianza en sí mismo."
La emoción de lo ilícito, del espionaje:
"Eva guardó los dos pasaportes en su bolso y por primera vez sintió un ligero escalofrío de miedo que trepaba por su columna. Jugar al escondite por Edimburgo era una cosa: evidentemente, lo que fuera que hiciera la unidad de Romer era peligroso en potencia. Cerró el bolso con un clic."
"Trampas, dije en voz alta, y solté una risita irónica y forzada: pasaba demasiado tiempo en el pasado de mi madre, pensé, y sin embargo debía admitir que allí estaba, consintiéndome un registro clandestino de la habitación de mis huéspedes..."
La pasión y el sexo:
"No se había afeitado desde por la mañana y su barba le raspaba los labios y la barbilla. (...) Esto es lo que había deseado: peso... peso, masa, músculo, fuerza. Algo más grande que yo. La hizo rodar sin esfuerzo hasta tumbarla sobre su espalda y sintió cómo la presión de su cuerpo la aplastaba contra las sábanas."
El intrincado mundo del espionaje y la fuerza de una falsa notícia en el caos de la información:
"Y así la ficción circularía sin parar a través de los medios informativos, acumulando peso y trascendencia: más cabeceras, más fuentes que confirmaban de algna manera su condición emergente de hecho y que no revelaban por ninguna parte sus orígenes en la mente de Eva Delectorskaya. Al final uno de los grandes diarios norteamericanos la recogería (...) y la embajada alemana la telegrafiaría de vuelta a Berlín. Entonces se publicarian desmentidos, se llamaría a los embajadores para que ofrecieran explicaciones y refutaciones y esto proporcionaría otra historia más, o una serie de historias, que Transoceanic distribuiría a través de sus teletipos. Eva experimentó una pequeña sensación de poder y orgullo al considerar el futuro de su mentira, viéndose como una diminuta araña en el centro de su creciente y compleja red de insinuación, medias verdades e invención."
Y para acabar, os obsequio con la receta de un TOM COLLINS, una de tantas bebidas alcohólicas que aparecen en el libro. Que aproveche!
Gin
Zumo de limón
Soda
Azúcar
Mezclar en vaso mezclador con hielo. Sirve en vaso de tubo o vaso alto con hielo, filtrando antes. Rellenar con soda, y remover. Decoración, rodaja de limon.