Cuando me pidieron volver a participar en el Cuentacuentos del Campamento Real de Flaçà, este año no me dió tanto miedo ni pavor y enseguida dije que sí.
Buscaba un cuento de Reyes que no hubiésemos explicado el año pasado y encontré una leyenda que no conocía. Los libros de las bibliotecas estaban todos prestados, así que recorté de aquí y de allí de internet y escribí mi propio guión para leer y explicar el cuento a los niños y niñas ese día. Y como tuvo más éxito del que yo esperaba, pensé enseguida publicarlo también aquí (traducido del catalán original). Espero que os guste.
Melchor, Gaspar, Baltasar… sí, muy bien, son los Reyes Magos que llevaban oro, incienso y mirra... Pero, sabíais que existe una leyenda de un cuatro Rey? De hecho, en la Bíblia aparece en un pequeño paragrafo del Evangelio según San Mateo… y más tarde, en 1896 Henry van
Dyke escribió este cuento navideño llamado "El otro Rey Mago”.
Dicen que Artaban, el cuarto rey, llegó tarde y, de hecho, es este Rey el que nos encontramos en el Roscón de Reyes. Queréis escuchar su historia?
Según algunas crónicas, era un
Rey de Pèrsia que mientras observaba las
estrellas del firmamento... descubrió la famosa Estrella de Oriente que guia hasta Belén. Se levantó de golpe y abandonó todo lo que tenía: su palacio, su familia, sus riquezas... incluso a Suleika, su amada de ojos negros que lo abrazaba bien triste...
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Restos reales del Zigurat de Borsippa |
El punto de encuentro de los cuatro Reyes, era el Zigurat de Borsippa que tenia
unos muros enormes y 7 pisos de altura! Hacia allí se dirigía Artaban, que llevaba un diamante de la ista de Meroe para curar los venenos, un trozo de Jaspe de
Xipre como amuleto de buena suerte, y un fulgurante Rubí de las Sirtes para alejar las tinieblas y la maldad. Eran sus regalos para el niño Jesús.
Pero a medio camino, se encontró a un viejo medio muerto, tiritando de fiebre, estirado sobre un banco. El pobre, que habia sido atacado por unos ladrones que le robaron y apalizaron, no tenia dinero para pagar a un medico ni para medicinas. A Artaban le recordó a su padre con la misma barba blanca y se quedó para curar sus heridas y le ofreció el diamante para ayudarlo. Cuando llegó a Borsippa al día siguiente, los Tres Reyes Magos le habían dejado una nota que decía: "Te hemos estado esperando mucho tiempo pero no podemos retardar más nuestro viaje. Sigue nuestro camino por el desierto y guiate por la estrella fugaz".
Al día siguiente continuó su camino. Hacía correr tanto como podía su asno para reencontrar a los otros Tres Reyes. Sus camellos avanzaban lentamente y Artaban tenia la esperanza de atraparlos. Pero de repente, escuchó unos gritos que venian de un mercado, donde vió a un padre que quería vender a su joven hija porque no tenía dinero. Con la piedra de Jaspe, compró la libertad de la chica, que le dió mil gracias y huyó rápidamente.
Artaban continuó su camino, pero cuando llegó a Judea, no encontró ni a los Reyes ni al niño Jesús, sino a muchísimo soldados de Herodes (un Rey muy cruel). Un soldado sostenia con una mano a un niño pequeño y con la otra, brandava una espada! Ràpidamente, Artaban le ofreció el Rubí si dejaba vivir al niño pequeño que tenia en sus manos. Pero en ese momento, llegaron los demás soldados que detuvieron a Artaban y lo apresaron en el Palacio de Jerusalem.
A partir de aquí hay dos finales diferentes. Queréis que os los explique?
Existe un final que dice que Artaban, cuando llegó a Betlem sin sus presentes, le explicó al niño Jesús sus desventuras diciendo: Señor, es por eso que me tenéis aquí con las manos bacías. Perdonadme! Se hizo un silencio sepulcral en el establo. San José acababa de barrer la paja. María miraba a su hijo que tenía sobre sus rodillas. Poco a poco, el niño Jesús se giró hacia el Rey de Persia, con las manos extendidas y dibujó una gran sonrisa en su preciosa cara.
La otra historia cuenta que Artaban estuvo treinta y tres años prisionero y cuando pudo salir, justo en aquel momento Jesús moría en la Cruz. Tembló cielo y tierra! Como un terremoto... Una piedra grande fue a dar en la cabeza de Artaban y medio aturdido, se le apareció una figura que le dijo: "Tenia gana y me alimentaste, tenia sed y me diste de beber, estuve enfermo y me curaste, me apresaron y me liberaste". Artaban, sin saber quien era aquella persona, preguntó: “Cuándo hice yo todas esas cosas? Pobre de mí, que llevo en prisión muchos años?”, y Jesús
le contestó: “Lo que hiciste por tus hermanos, lo has hecho por mi”. Y en ese momento, el Cuarto Rey descansó, emprendiendo un nuevo viaje que le llevó con sus queridas estrellas, en la eternidad del Universo...
Fuentes: